viernes, 14 de diciembre de 2007

Derrumbe

Guardo mis ruinas en el bolsillo,
ante tí, como un perro famélico,
no hay nada qué decir,
no hay qué hacer,
no tengo nada que darte ni puedes alimentarme,
mucho menos darme a probar tu medicina de olvido.
Sigo enmarañando espejismos,
escarbando por mis huesos,
queriendo ponerlos a tus pies de ninfa.
Todavía ciertas noches
oigo tu nombre en mis ladridos.
Aquél retrato ya sólo
es espejo de tu ausencia,
sueños en blanco y negro,
tu mirada lo abarca todo.
Los viejos espectros arriban,
son mis huéspedes permanentes.
Se toman mi vino,
roen mis cartílagos,
y yo nada puedo hacer
con la garganta rota
y los colmillos podridos.

0 comentarios: