Un miedo rasposo
como guadaña
mil y una noches
a la deriva,
encadenado a un madero
podrido.
lejos de la bendición de la madre.
Entre cerdos y anguilas,
arrastrarse a ciegas en el
fango pestilente.
En medio de la noche,
una muralla
frente al infinito,
a medio pársec
de ningún lugar.
La guadaña suda su frío,
un temor ancestral
acaricia la espina,
el tibio aliento de la muerte
te cuenta en susurros
tu destino al oído.
Buda,escúdame.
Jesucristo, escúchame.
Mahavira, mis pies se han vuelto polvo
y la muralla se ha desmoronado.
Es tiempo de volver al onírico foso,
donde nadan mariposas y cadáveres.
Padre solar, ¿sabrás socorrerme?
sábado, 15 de diciembre de 2007
El sueño de un marihuano
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